Negocios sostenibles : En tres años se duplicaron las “empresas B” en la Argentina
Son empresas de “triple impacto”, con objetivos sociales y ambientales, además de económicos.
Terminación de producto y empaque en Daravi, una fábrica con certificación B en Tigre. Foto: Gentileza Daravi.
Gabriela Samela
03/07/2021 6:00
Actualizado al 03/07/2021 6:00
La pandemia no detuvo el crecimiento de los negocios sostenibles. Al contrario, parece haberlos impulsado. Desde 2017, la cantidad de empresas certificadas como "benefit corporations" o "empresas B" se duplicó: de 65 pasaron a 124 en 2020. Y al día de hoy son 134 las certificadas y 6 están en camino de serlo.
Las empresas B, también llamadas de triple impacto, incluyen en sus estatutos objetivos económicos, sociales y ambientales. Así, no sólo miden los resultados del negocio, sino que buscan un impacto positivo en su comunidad y en el ambiente.
"En 2021 se avanzó mucho. Por la visibilidad del movimiento, pero también porque la pandemia despertó una conciencia que, aunque existía, no tenía ese sentido de urgencia planetaria. Y muchas empresas que estaban en la gatera se decidieron", dice Cecilia Peluso, copresidente de la Fundación Sistema B Argentina.
Una reunión del movimiento de empresas B en Chile, antes de la pandemia. Foto: Gentileza Sistemas B Argentina.
Según los números de la Fundación, en el país hay empresas con certificación B en 18 sectores de actividad. La mayor parte, 105, son microempresas y hay también 23 pymes certificadas.
"El ecosistema emprendedor es el que habitualmente genera negocios vinculados con una solución que el mundo necesita", explica Peluso. "Son empresas que nacen B y su propósito es una solución a la inequidad social o a un problema climático".
En cambio, las empresas que ya existen y se acercan a este sistema necesitan transformarse y "resulta más fácil cambiar para las estructuras más pequeñas", señala Peluso.
En este momento en el país hay sólo 6 grandes certificadas: Aguas Danone, Nutricia Bago (también del grupo Danone), Grupo Gire, Porta Hnos, Rosario Bioenergy y Megatlon. También podría contarse en esta lista a Natura, que está certificada desde Brasil.
Evaluación
La organización B-lab, un ONG estadounidense, desarrolló una herramienta de evaluación de sostenibilidad y el proceso de certificación para las empresas de triple impacto.
La herramienta de evaluación consiste en un cuestionario que incluye secciones relacionadas con gobernanza, trabajadores, ambiente, comunidad y clientes. Según las respuestas, arroja un puntaje. Si se superan los 80 puntos (el máximo es 200), se puede comenzar el proceso de certificación. El uso de esta herramienta es gratuito y sirve para un autodiagnóstico.
Si la empresa supera el puntaje mínimo y quiere certificar, se pasa a una auditoría que realiza B-lab desde Estados Unidos y que puede requerir documentación probatoria e, incluso, evaluación in situ.
La certificación debe revalidarse cada tres años y tiene un costo anual que varía según el tamaño de la empresa: si la facturación es de hasta 500 mil dólares, la cuota es de 500 dólares anuales. Con una facturación de hasta 2 millones de dólares, se pagan 1.000.
Según Peluso, la certificación "es un compromiso y un sello de calidad de negocio. Indica que la empresa hace buenos negocios cumpliendo con altos estándares sociales y ambientales e implica un compromiso para ser parte de la solución de problemáticas sociales y ambientales", enfatiza.
Casos
Hace una década, Gabriel Escobar tomó un curso gratuito de 3 meses de pruebas de calidad de software (testing). Lo hizo gracias a que un grupo de amigos de gente que trabajaba en un comedor en Banfield propusieron sumar ese curso a las propuestas de capacitación en oficios tradicionales.
Después de haberlo hecho, Escobar empezó a estudiar y trabajar. Y además, le llegaban propuestas de proyectos. Entonces, surgió la idea de armar un emprendimiento que diera trabajo a quienes se capacitaban en el comedor.
La marca Papa, una línea de productos de decoración, accesorios y textiles, nació de la unión de dos empresas B con el objetivo de escalar. "Las empresas con impacto a veces se quedan en una escala muy chica, y eso disminuye el impacto", dice Lorena Nuñez, su cofundadora.
Ella y Rocío González desarrollan "productos con propósito": por un lado, reutilizan material para su producción y, por el otro, dan trabajo a mujeres de sectores vulnerables.
"Además de vender, creamos una fábrica que nos permite que toda la trazabilidad de los productos esté cuidada", cuenta Nuñez.
Daravi, así se llama la fábrica, está ubicada en el distrito Tigre Sur. "Damos trabajo a mujeres de la zona", dice Nuñez. En este momento la empresa tiene un staff de 10 personas y da trabajo a 40 mujeres en sus casas o en cooperativas y talleres protegidos del barrio.
En cuanto a los números, la empresa facturó en 2020 10 millones pesos. Para la producción usaron 2 toneladas de material de descartes industriales. "Buscamos hacer productos con mucha incidencia de mano de obra, como por ejemplo los collares, cuyo ensamble necesita de mucha obra manual"; dice Nuñez.
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